Martin Auer: La guerra extraña, Historias para educar en la paz

   
 

El Soñador

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Traducido por Gema González Navas

Revisado por Nicolas Alejandro Medina

El Soñador
El Niño Azul
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Miedo
Otra Vez Miedo
La Extraña Gente del Planeta Hortus
Cuando los soldados llegaron
Dos Luchadores
Cuerpo a cuerpo
La Gran Guerra de Marte
El Esclavo
Los Granjeros a los que se les Daban Bien los Números
La Extraña Guerra
Arobanai
Serpiente Estelar
Atasco
Los Dos Prisioneros
Justicia
Dinero
Historia de un Rey Bueno
Informe para el Consejo de los Sistemas Solares Unidos
Hablando Claro
La Bomba
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Érase una vez un hombre que era un soñador. Él creía, por ejemplo, que debería haber una manera de ver las cosas desde una distancia de diez mil kilómetros. Él imaginaba que debería haber una forma de comer sopa con un tenedor. Él pensaba que debería haber una manera para que la gente tuviese sus propias ideas, y estaba seguro que debería haber una fórmula para que la gente viviese sin miedo.

La gente le dijo: "¡Ninguna de esas cosas se puede hacer; usted es un soñador!". Ellos añadieron, "¡Tiene que abrir sus ojos y aceptar la realidad!". Ellos volvieron a decir: "¡Hay leyes naturales y usted no puede simplemente cambiarlas!"

Pero el hombre dijo, "Yo no sé .... Tiene que haber una manera de respirar bajo el agua. Y una forma de dar a todo el mundo algo de comer. Tiene que haber una forma para que todos aprendan lo que quieren. Tiene que haber una manera para que podamos mirar dentro de nuestra barriga"

Y la gente le dijo, "Tranquilícese señor; esas cosas nunca sucederán. Usted no puede simplemente decir que quiere algo y después esperar que eso suceda. ¡El mundo es como es, y eso es lo que hay! "

Cuando se inventaron la televisión y los rayos X, los seres humanos pudieron ver desde diez mil kilómetros de distancia y también dentro de su propia barriga. Pero ninguno le dijo, "Vale, no estabas tan equivocado después de todo". Tampoco dijeron nada cuando alguien inventó trajes submarinos para bucear que permitían a la gente respirar sin problema bajo el agua.

Pero el hombre se dijo a sí mismo que eso era exactamente lo que pensaba. Y que quizá algún día también sería posible vivir sin guerras.


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